No es fácil jugar bien en una final. El rival, los nervios y la tensión propia del juego conspiran para que esto suceda. En la mayoría de los casos. Por eso se ven partidos de nivel técnico inferior a lo que los protagonistas pueden brindar. Esto es en general. Y ha sucedido a lo largo del tiempo. Repasando la estadística, el gran José Donato Ghío cuando ganó su primer argentino individual allá por mediados del siglo pasado, había fallado más de la cuenta, marrando 7 u 8 bochazos si la memoria no me falla. Por ahí andaba la cifra. Y pongo este dato para graficar. Y en los mundiales también pasa lo mismo.
Pero, siempre hay un pero. Y esta vez lo metió Danilo Delfín Escobar, el “Flaco”, el rompebochas nacido en Sancti Spiritu (en la semana compartiremos “Las 15”),quien las trituró en la final del trío.
Ya venía con altos rendimientos y en el juego celebrado en la 3 de Sportivo Suardi, coqueto estadio dicho sea de paso, falló uno sólo. Y le entró a todas en la panza, mostrando un nivel superlativo. Se despidió con una chanta de aquellas y gritó campeón junto a los Basualdo y el Dany Vitozzi.
Danilo, el que cumple 60 el año próximo, el bochador inoxidable.