Trellini y las bochas.

Nota de Javier Oscar Schwab / jschwab@lanueva.com
(Nota publicada en la edición impresa del diario La Nueva Provincia de Bahía Blanca)

Levantó su mirada y empezó a buscar en el pasado el momento exacto en que debutó en las bochas. En su documento la fecha de nacimiento data de agosto de 1946, pero él ya transitaba su undécimo año de vida cuando la categoría Novicios le brindó la gran chance.

Rubén Aurelio Trellini va y viene por los recuerdos. Su prodigiosa memoria lo acompaña con una sonrisa que a sus 74 años se traduce en vivencias y anécdotas.

«Practicaba con Ricardo Urra en la auxiliar de Ferroviario. Un día faltó alguien y me llamaron para completar el terceto en el club. Ni ropa tenía, me puse la de mi viejo (el recordado»Nello»), pero me quedaba grande. Por suerte mi madre era costurera y la acomodó para zafar, jajaja», recordó Rubén.

Cuenta que nació en un bar, pegado al Valentín Vergara -frente al club Almafuerte- que regenteaban su papá y su abuelo César.

«Era un boliche con dos canchas de bochas. A los 2 años nos mudamos porque papá compró su casa en Avellaneda al 600. Ahí me crié y fui al Colegio La Piedad. A los 19 años debuté en las bochas en la Primera de Velocidad y Resistencia, donde también jugaba al básquet».

—¿Cómo fue ese debut?

—Salimos campeones con mi papá y Juan Pedro Randazzo. Era 1965 (NdR: repitieron en 1967, con Cardinaletti y Donnini, y 1969), ganándole la final a Almafuerte (Dellapíttima-Bottoni y V. Roldán). Después ganamos uno de Parejas muy significativo y a los 21 años me convocaron a la Selección.

«Jugamos un Argentino en San Nicolás, tierra bendita a la que volví ahora como técnico y ganamos 2 provinciales de tríos seguidos».

—¿Cómo eran esos torneos Argentinos?

—Ufff… Iban los campeones regionales, 26 equipos. De Córdoba asistían 6, uno mejor que el otro.

—¿El básquetbol era un complemento?

—Sí, jajaja. Y un problema. No era fácil jugar con papá, era exigente. Me gané su confianza y con los años él quería jugar conmigo.

—En el ’70 se modifica el sistema de competencia.

—Sí. El primer Provincial de Parejas -con un seleccionado por Provincia- se jugó en Pergamino y lo ganamos, con Pedro Randazzo y Juan José Rosso. En tríos, unos meses antes, habíamos perdido en semifinales en Azul.

—¿Cuándo te convocan al seleccionado argentino?

—En San Nicolás, con 21 años, me hablaron para integrar un preseleccionado. Con mi papá vencimos a Gino Molayoli-Horacio Mercau, pero perdimos en semis y me largué a llorar. Se ve que no gustó mucho…

«Con el tiempo, tras un Argentino en Firmat, me llaman para el Sudamericano de Perú. Tenía 25 años y fuimos campeones por primera vez».

—En el ’86 jugaste la Intercontinental en Bahía.

—Perdimos la final (15-14) ante Italia en cancha de Independiente, en la modalidad raffa volo. Primera experiencia en canchas armadas con piso de azúcar y tierra en los estadios de básquetbol.

—Y luego el Mundial 1987 en el Luna Park.

—No quedaba otra (risas). Francisco Mendieta y Eduardo Luján venían de hacer una gran campaña en Europa. César Colantonio era la figura sudamericana y Omar Foco un jugador excepcional.

«¿Qué pasó con el ‘Largo’? Dijeron: ‘A este lo ponemos de técnico (risas)’. Todo se acordó sobre la mesa. En la final ante Italia se gana en tercetos y se pierde ahí nomás en parejas e individual. Había 5 mil personas bramando en la cancha. César pierde con Mussini, que todavía es figura en Italia».

—Antes hicieron una gira de 41 días por Italia.

—Para adaptarnos al raffa volo. Al principio nos mataban a palos y luego entramos a emparejar. Las canchas (de 26,5 metros) eran de goma sintética y arena, había que darle fuerza.

«En Monza debutamos con vestimenta de invierno a las dos horas de haber llegado. Allá era verano. Nuestros buzos parecían prehistóricos, pero lo más llamativo eran nuestras alpargatas de yute. La cara de los italianos…, se codeaban; una ridiculez. Al otro día salimos a comprar zapatillas deportivas, jajaja».

—En tu vida siguen más éxitos.

—En Pacífico armamos un trío legendario (con Osvaldo Catini y Randazzo), que ganó todo. Y lo de Almafuerte (con «Rafa», Juan P. Urra y Arrieta) y Kilómetro (con Néstor Arce, Omar Scalerandi y Julio Martínez) fue fantástico.

«Tuve parates en mi carrera, pero en todos los clubes integré grupos hermosos. En Pacífico, Federico Susbielles me hizo un reconocimiento que guardo con mucho afecto porque ahí estuve 35 años. Un día fui a practicar al club y la cancha ya no estaba; ese dolor será eterno».

—Perdiste a un amigo en un accidente.

—En un viaje. Iba con César Colantonio, Luis Pettitti y Hugo Lastes. Fue un dolor inmenso porque Hugo era un gran amigo; de lo peor que me tocó vivir. Venía recuperándose, se lo veía bien, pero parece que hubo mala praxis… El «Hugo» era una fiesta, muy querido por todos.

—Dejaste hace 3 años y volviste al ruedo.

—Se lo debo a Diego (Zamponi), quien me convenció para ser técnico. Lo mío es circunstancial, acompaño a un grupo excepcional. Ahora me convocaron para ir al Argentino de Suardi y ya hablé con los chicos convocados.

«Si Bahía está en este nivel es por Rodrigo Catini, el grupo que colabora y la ABB. Hacen un trabajo bárbaro, incluso hasta para juntar fondos e ir con 4 seleccionados a un Provincial, algo único en la historia».