Fuente: Diario El Popular.
Más allá de su participación concreta en su disciplina, la presencia en los Juegos Mundiales es algo que quedará en el recuerdo para María Victoria Maiz, quien quedó gratamente sorprendida por la cantidad y variedad de deportes que se vieron en Colombia. «Es como los Juegos Olímpicos», resumió. «Te encontrás con 31 disciplinas, de las cuales tal vez 10 ó 12 no las conocés. También ves a un montón de argentinos que no tenías ni idea que competían», analizó y explicó que «la concentración es en un mismo lugar, donde hay diferentes estadios para hacer cada una de las cosas. Entonces terminás de jugar, te tenés que quedar porque el ómnibus te busca a las 8 y te devuelve a las 21, con lo cual si competís a las dos de la tarde tenés la mañana y el resto de la tarde para recorrer».
«Mirás todo, conocés al resto de los argentinos. Es una gran experiencia porque vas al comedor y hay cuatro mil atletas, compartís todo con gente que no conocés, es algo increíble y también inolvidable. Desde la organización, que te mandan un colectivo con seis o siete policías, o aquellos que te escoltan por si hay congestionamiento», indicó la olavarriense.
Aún sorprendida, Maiz destacó que «yo nunca lo viví, y más por mi deporte que no es tan popular ni conocido. Salíamos del complejo, la gente te paraba, te pedía autógrafos porque tenés colgado un cartelito que dice atleta, o te pedían 30 fotos en 10 metros. Esto nos pasó a nosotros, pero no quiero pensar lo que pasará con una persona conocida. No tenemos la oportunidad de competir a nivel olímpico pero es lo más parecido que hay».
También el certamen fue importante ya que «uno también va, mira pero se quiere interiorizar y aprender, mirar nuevos deportes que no pensaba que existían. Hay un montón de disciplinas, y como profesora es alucinarte poder observar un montón de cosas que no había tenido la oportunidad. No sé si volveré a participar pero es algo increíble».
«No es poca cosa lo que conseguimos».
El paso de los días, el regreso a la ciudad, o el solo hecho de ver el medallero, con cinco medallas en total para la Argentina, potencian la importancia que tuvo para María Victoria Maiz la medalla de plata que, en dupla con Natalia Limardo, alcanzó en los Juegos Mundiales que se realizaron en Cali, Colombia.
Allí actuaron los seis mejores equipos del mundo. La Argentina logró la primera ubicación en la zona, dentro de un triunfo histórico ante China, una de las potencias, y después llegó otro momento sumamente emotivo como lo fue la victoria en semifinales frente a Italia, otra de las mejores selecciones, aunque no pudieron en la final nuevamente ante China, en un partido que se escapó realmente por muy poco.
Notaron que se les fue de las manos cuando parecía ganado, aunque rápidamente se dieron cuenta de lo que habían logrado, y por eso terminaron por darle mucho valor a la medalla de plata, sobre todo en una modalidad no instalada en el país, y que sí es muy importante para las potencias, a las cuales Maiz y Limardo superaron a lo largo de la actividad en Colombia.
-¿Con qué expectativas fueron a la competencia?
-El objetivo nuestro era poder estar en semifinales; si podíamos sacar medallas, muchísimo mejor. Pero nunca imaginamos que tan rápido íbamos a estar en semifinales, luego de haber obtenido el primer lugar en la zona en la que nos tocó con China, que es potencia, al igual que Italia.
Cuando llegamos a las semifinales, y nos tocó contra Italia, sabíamos que era muy complicado poder pasar a la final, pero teníamos la esperanza de la otra medalla, la de bronce, que tampoco iba a ser fácil porque los cuatro que estábamos clasificados somos muy complicados, ya que Brasil tiene un muy buen equipo, buen juego, y están más acostumbrados que nosotros a jugar raffa volo.
-Esa es una desventaja para ustedes…
-Todo lo que es a nivel internacional acá no existe. Nosotros jugamos bochas sudamericanas, lo que solamente se practica en la Argentina y Uruguay. El resto de los países se van adecuando a las reglas que impone la federación internacional, donde son tres juegos básicos como raffa volo, zerbin y petanca; entonces vos si querés competir a nivel internacional, te tenés que adecuar a una de esas modalidades. Se nos complica porque jugamos raffa volo cuando nos toca viajar; entrenamos un mes, aunque en este caso no tuvimos ni la chance de entrenar juntas.
-Tampoco son dos jugadoras que se ven todos los días, todo lo contrario…
-Natalia juega en Zárate y por eso chocamos mucho en provinciales, y cuando tenemos que presentarnos en los argentinos generalmente somos compañeras, con lo cual eso nos benefició mucho y nos tenemos mucha confianza. En ese sentido llegamos bien, pero cuando vas a jugar un deporte que no lo prácticas habitualmente te entra un poco de miedo.
Estuvimos demasiado cerca del oro, no lo pudimos aprovechar, aunque cuando se hace un balance es positivo porque cualquiera hubiese firmado si antes de viajar nos decían que teníamos la medalla de plata. Tener una medalla en ese tipo de juegos es algo muy importante en mi carrera deportiva.
-¿Cómo fue el desarrollo del torneo?
-En los Juegos Mundiales participan los seis mejores países en cada disciplina, la clasificación te la dan los distintos mundiales o los juegos específicos que tiene cada disciplina. Nosotros fuimos terceras en Italia, en el Campeonato Mundial de Raffa Volo, con lo cual llegamos a esta competencia.
Sabés que están los seis mejores, entonces no hay muchas chances de errar, pero nos sentimos muy cómodas. En el primer partido no jugamos bien, nos costó muchísimo acomodarnos a la cancha y la diferencia de temperatura, ya que acá hace mucho frío y allá están en pleno verano.
Pero en el segundo partido, que era el más importante de todos ante China, pudimos remontar un 14 a 7 y clasificamos primeras en la zona. Antes le habíamos ganado a Eslovaquia 15 a 12 pero jugando mal, por lo que terminamos muy conformes con lo hecho en el segundo partido.
-¿Y ya en semifinales?
-Fueron dos zonas de tres dos se clasificaban dos equipos, a partir de allí se hicieron los cruces donde el primero de cada una enfrentó al segundo. A nosotros nos tocó con Italia porque en el otro grupo hubo triple empate, entonces por variantes se clasificó primero Brasil ya que dejó en 1 a Rusia y segundo entró Italia, lo que resultó una situación complicada porque teníamos que jugar principalmente con la potencia, ya que fueron las campeonas en los últimos mundiales.
Además, siempre preferimos jugar contra un sudamericano, porque si bien tienen ventaja con respecto a nosotros, porque están jugando raffa volo, es otra cosa, se les juega de otra manera. Arrancamos el partido muy parejos, se nos despegaron en el tanteador pero nos teníamos fe, sabíamos que ese partido lo podíamos ganar. Sabíamos que estábamos jugando bien y que en algún momento se iba a dar una jugada para nosotros.
También íbamos perdiendo y en ese momento ellas ya no podían definir las jugadas a su manera, con lo cual nosotros empezamos a marcar y en la última mano la definición era tanto para ellas como para nosotros; no podíamos errar porque si lo hacíamos perdíamos. A nosotros se nos dio que la bochadora de ellas pifió, no la pudo poner de arrime; nosotros teníamos 13, ellas tenían 14, el tanto era nuestro y a mi compañera le quedaba la última bocha; si la ponía era partido para nosotros.
Pedimos tiempo muerto, lo consultamos con la directora técnica porque era muy difícil jugar esa bocha, aunque entendimos que era la única oportunidad que íbamos a tener: nos salió bien porque Natalia pudo poner la bocha para definir el partido. Ese fue un momento muy emotivo porque no le habíamos podido ganar nunca a Italia, aunque en este caso les ganamos 15 a 14 y así llegamos a la posibilidad de jugar una final de un juego tan importante. Eso fue de una emoción increíble.
-En la final fue distintos porque estuvieron arriba, pero no lo pudieron cerrar…
-Nosotros, con mi compañera y la directora técnica, nos planteamos que nuestro objetivo ya estaba más que cumplido. Debíamos jugar de una manera mucho más tranquila porque la presión la tenía China, aunque sabíamos que le podíamos ganar si jugábamos bien. Entramos muy bien, hicimos diferencia porque nos pusimos 10 a 6 arriba, aunque tuvimos una desconcentración, nos fuimos las dos del partidos porque justo cuando jugamos la final estaba el cierre de tiro progresivo, que es un espectáculo aparte. Se tiró al lado de nuestra cancha, nos fuimos de partido, nos pusimos como a mirar eso, y nos desconcentramos completamente.
Tuvimos una mano que fue clave, donde nos empataron 10 a 10, después nos pasaron y aunque volvimos al partido lamentablemente no pudimos repetir lo que habíamos hecho en la primera parte del partido. Así se nos escapó algo que en un 70 por ciento lo teníamos definido; pero si uno se pone a pensar le da mucha pena, tristeza, porque estuvimos cerca del oro, aunque con el correr de los días uno se pone a pensar en las diferencias porque en China, Francia o Italia las jugadoras son profesionales, les pagan de 20.000 euros para arriba para que se dediquen exclusivamente, y nosotros lo hacemos a la par de un estudio, un trabajo, y sin tener la posibilidad de jugar todos los días.
Entonces cuando reflexionamos entendemos que no es poca cosa lo que conseguimos. Hoy yo miro la medalla y no lo puedo creer, más cuando miro el medallero porque la Argentina sumó cinco, tres de plata y dos de bronce, de las cuales tres las sacamos con las bochas.
-De todas manera esas modalidades de las bochas no están instaladas en el país. ¿Se piensa en algún cambio?
-Es muy difícil que se pueda instalar, porque el pensamiento del deportista es muy cerrado en lo que es bochas. Uno dice de jugar un deporte que es parecido, pero la mayoría de la gente dice que no, ya que le tiene miedo a lo desconocido. Pero tampoco se pone a pensar que de esa manera las próximas generaciones pueden tener un mejor futuro a nivel internacional, que nosotros lo tuvimos que hacer a los golpes y poner la cabeza en muchas ocasiones.
Es duro porque cuando vos salías querés representar de la mejor manera al país, pero si no tenés las herramientas también se te complica. Lamentablemente la Argentina no tiene la mentalidad de decir «bueno, vamos a tratar de adaptarnos a estas disciplinas o a estas modalidad para que en un futuro podamos tener potencias». Queda demostrado que las técnicas y las cualidades de los jugadores no son muy diferentes en el resto del mundo, pero hay que apostar y eso significa tener infraestructura, material adecuado para poder juntarse.