Hasta siempre zurdo, gracias por todo.

Hoy se apagó la luz terrenal del gran Arístides Roldán, y se iluminó para siempre la de la eternidad. Para aquellos amantes de las bochas el zurdo santafesino, marplatense por adopción, fue la simbiosis del jugador completo, aquel que podía arrimar, bochar, jugar de tablas y a todo eso le sumaba su templanza y su espíritu indomable, aquello que lo hacía luchar hasta el último minuto del juego.

Eso fue dentro de la cancha el nativo de Gödeken, quien entró por primera vez a una cancha a sus 33 años, y desde ahí no paró más hasta ser un referente de las bochas de Provincia y del país. Fuera de ella tenía la simpleza de los grandes, la memoria prodigiosa de recordar partidos, jugadas, torneos, con una rigurosidad asombrosa. Y además, Esther, su compañera de toda la vida, le recopilaba fotos, datos, estadísticas, trofeos, haciendo de su casa un verdadero museo personal y de la historia misma de las bochas.

Fue parte protagónica del inolvidable equipo de Arce, Roldán y Colantonio, aunque también el zurdo también era temido individualmente.  Su gesto adusto, su concentración en extremo, lo hacían un personaje admirable y admirado.

En lo personal, no tengo más que palabras de agradecimiento. A mi idolatría adolescente, con el paso de los años le sumé su generosa amistad. Por eso hoy lo despido con un hasta siempre Arístides, gracias por todo.