Son raros los festejos en las bochas. Estamos acostumbrados y es casi una religión festejar en silencio, dándole la mano al rival – que es lo correcto obviamente – y después a contener la alegría. Por eso creo que debemos empezar a cambiar esa costumbre. A que la alegría se traduzca en abrazos, gritos y aplausos. Y más si se da de la forma en que cerró el juego Córdoba. Pregunto: ¿usted nunca soñó con una chanta partido? Bueno, el palo soñado lo pegó Pablo Apez en el cierre del trío ante Entre Ríos. Chanta 3 acertada en forma magnífica y una especie de «trepada al alambre» de la cabecera para desahogarse y gritar ¡campeón!
Previamente vino caminando, elongó en el medio de la cancha en cuclillas y luego fue en busca del tiro consagratorio.