¿Les sorprende el título de esta nota? Les cuento una historia que algunos de ustedes recordará. En 1993 se jugó la Eurocopa, el torneo continental futbolístico del “Viejo Mundo” que tuvo una presencia inesperada. Dinamarca, a último momento fue convocada a jugar el certamen. ¿Saben quien fue campeón? Sí, la selección danesa, esa que no iba a ser de la partida y se sumó cuando la competencia estaba por arrancar. Tirando un paralelismo, lo de Ismael Antivero en Bell Ville fue similar. Al consumarse dos bajas de los nombres originales, el juvenil de Pellegrini de Zárate y Maxi Tosolini fueron los que completaron la grilla de 16. ¿Pero qué tiene que ver la ventana y el balcón? Es que así, con esas palabras tituló El Gráfico – esa especie de espejo e imagen que tuvimos todos los que alguna vez soñamos con esta profesión – la consagración de los de camiseta blanca y roja hace poco más de dos décadas.
Locuaz, divertido, así se muestra Ismael dentro de la cancha. Charla con uno y con otro, como si los conociera de toda la vida. Así se afloja, larga las tensiones lógicas del juego y muestra la seriedad al momento de lanzar las lisas y rayadas.
Sufre su padrino y dice “este pibe le tira a todo…”. Es que es parte del folklore de este torneo que cada jugador tenga uno o dos padrinos como lo fue antes y lo es en la actualidad. Como será de importante para la gente que apadrina que me cruzo con Martinez, el bioquímico que acompañó al gran Arístides Roldán y me dice orgulloso “yo fui su padrino desde el primer torneo”.
Son cerca de las nueve de la noche. “¿Tenés una ‘curita’?”, le pregunta Antivero a Diego Villarreal, presidente de la Sub-Comisión de Bochas en la secretaría del club, a minutos de arrancar la final. “Tengo una ampolla en el pie”, comenta el joven de 21 años. “100 pesos la ‘curita’…” le dice bromeando el dirigente bellvillense. “Son baratas – le acoto – pensá: ¿donde vas a conseguir una ‘curita’ a esta hora y minutos antes de jugar la final del Armando Ferrari?”. Sonríe el representante de Pellegrini y se va camino al José Donato Ghío, donde la historia le guardaría un espacio para su nombre.
Su frescura, su juego, su efectividad lo llevaron a la consagración. Su nombre, hoy, es uno más en la lista de los ganadores del torneo con más tradición.
En la imagen superior, ante Gustavo empezó a construir su consagración. En esta foto, como el juez estaba midiendo en la cancha de al lado, improvisó un «pan-queso» típico del fútbol para ver cual estaba más cerca, si la de él o la de Rivero.