El año pasado se le había escapado la semifinal a Omar Serrano en Concepción del Uruguay. Lo tenía atiro al Nico de Sacanta pero el cordobés le arrebató su sueño de jugar la final del individual. Y este año llegaba en un buen momento, arrasando junto a Ariel Martín, su compañero del CACU, domingo a domingo en la zona geográfica donde actúan en los abiertos. Pero había una nube gris oscureciendo su sueño. La molestia en la pierna lo obligó a parar un mes atrás y después de una corta inactividad volvió a las canchas.
El sorteo le fue esquivo en el argentino. Cayó en la zona mortal de Basualdo y Antivero, más Andino de San Luis, otro buen valuarte que tuvo este certamen. Y encima, en una jornada agobiante como la del viernes, tuvo que entrar a la cancha en 5 ocasiones. La última, para jugar ante el durísimo Zapata en semis.
En duplas ya tenía dos títulos argentinos, 2006 y 2013. En tríos el de 2017 que se llevó con la Noroeste. Y esta era la asignatura pendiente, la corona que le faltaba. La que logró en Suardi, un domingo de octubre.
El dúo más mentado.
El Nico y el Pablo, así como lo llama la baranda y la tribuna cibernética, forman una de las duplas a la que la historia le tiene reservado un capítulo importante. Forman un binomio que se conoce de memoria pero que nunca había podido ganar un argentino de duplas. ¿Por qué? Porque al jugarse en simultáneo singles y dobles, Pretto iba al individual y no podían formar el exitoso equipo con los colores de Córdoba.
En esta ocasión, al no vencer en el provincial cordobés Nicolás, pudieron darse el gusto de jugar con la casaca de su provincia. Y también, de gritar campeón en un domingo de octubre. Pretto y Apez a lo más alto del podio, junto a un relevo de jerarquía como lo es Pascual Ramírez.
Así lograron, para su historial, el título que les faltaba.