Una buena costumbre está invadiendo el mundo bochófilo: el reconocimiento a los logros y a los jugadores que se destacan por parte de las comunidades en donde han nacido o bien en los clubes en donde juegan.
El pasado viernes, en Luque, Pablo Apez recibió el reconocimiento en el Club Asociación Deportiva y Cultural Luque, la institución donde empezó a escribir su camino en las bochas allá por 1988. «Mi papá practicaba ahí y jugaba para ese club junto a mis primos Juanjo y Fernando y mis tíos Rogelio y Amado. Ahí me fiché y jugué cinco años», cuenta el hoy jugador del Unión Bochas de Sacanta.
La cena además fue motivo de encuentro para inaugurar la primera cancha sintética y jugaron el jugador más longevo y el más chiquito. Pablo junto a su alumno Javier Raspo y Nico Pretto con Rogelio Trucco. Los cuatro protagonizaron una exhibición del juego.
También la Municipalidad de Luque distinguió a Apez por su labor en la escuelita de bochas y por llevar bien alto el nombre del pueblo; y a Pretto por su futura participación mundialista.