Cuando uno sabe que no va a poder ser objetivo – porque se conoce e intuye que la admiración le gana a la observación desde un punto ecuánime – debe buscar que la historia que se quiere contar la cuenten otros. Y que mejor si los elegidos para contar esta historia han transitado caminos bochófilos con el personaje central de la trama.
Luis Mario Vanetti nació en Hersilia y parte de su vida transcurrió en este sector del norte santafesino y en Brasil, donde reside hace más de dos décadas. Además de ser un bochófilo reconocido, es el papá de Mauricio, campeón mundial con Circulo Militar de San Pablo e internacional con la verdeamarelha en más de una ocasión. Y yo me crié viéndolo jugar. Por eso, por la significancia que tienen los ídolos en la infancia, le di el bochín a otros dos grandes.
La primera parte de la historia la cuenta “Beto” Silva. Pone play y arranca. “(Piensa)…Amigo, compañero, muy buena persona. Yo tuve la suerte de jugar con todos los números uno por todos conocidos, Zapata, Basualdo, Luciano Bardelli, jugué con muchos bochadores, muy buenos bochadores como el Vale Lucero; y yo creo que Luis Mario estaba a la altura de ellos y él hacía una gran diferencia porque aparte de que le pegaba a la par de cualquiera de ellos tenía mucho arrime por atrás. Y entonces era casi imposible ganarle a nuestra pareja. En la zona de Morteros en el momento que quieras preguntar, en los años fuertes de toda esa zona, vos podés preguntar y la pareja que más ganó fue Vanetti-Silva, y no hay otra pareja que haya entrado ahí y haya ganado tanto”. Así comienza Alberto Oscar referenciando lo que fue compartir rectángulo de juego con uno de los grandes compañeros que ha tenido en su carrera.
-¿Se miraban y se entendían Beto?
-No, no…jugábamos de memoria. Después, cuando me tocó jugar con Cristian también, jugábamos de memoria. Porque uno ya sabe lo que tiene que hacer. A mí me gusta arrimar pero si hay bochas que son difíciles para que lo voy a hacer, si tengo bochadores para que voy a arrimar. Yo lo puedo ganar…
-O sea, hacer el juego simple (interrumpo)
– Exacto, yo lo puedo ganar, pero si me marcan me quedan cerca y lo mando al frente a mi compañero. No es así. Y el juego vos tenés que verlo. Si vos le pegás al puntero el bochador por ahí no tiene tanto arrime. Por ahí me tocaba tirar, pero si no eran uno, dos. Los partidos se van llevando así.
-¿Te viene a la memoria algún partido difícil que hayan ganado ya sea en duplas o en tríos con Luis Mario, ya sea por la remontada o por la contra?
-Mira (piensa) con Luis Mario tenemos anécdotas de haber ganado diez campeonatos seguidos de parejas, diez domingos ganamos. Y el torneo número once.
-Simple eliminación (vuelvo a interrumpir), o sea diez domingos sin perder un partido.
-Simple eliminación en la zona de Morteros, San Francisco, toda esa zona. Diez seguidos, diez títulos para Unión de Hersilia donde jugábamos. Diez seguidos y el número once quedamos en 0. Perdimos 15 a 0.
– ¡No!
– El campeonato doce lo ganamos. Ganamos seis seguidos otra vez. Y el séptimo volvimos a quedar en 0. Son los dos 0 que tengo en mi campaña (sonríe).
-Esa historia es difícil de creer…
-Pero que te parece (enfatiza). Nosotros, por ejemplo, hay jugadores como Daniel Mendizábal que te pueden contar. Una vez íbamos a un torneo a Juventud Unida de Morteros, nosotros éramos el 1 de Unión de Hersilia (en aquel entonces los clubes anotaban números de equipos, 1, 2, 3, etc) y Daniel iba con el otro compañero con el 2. No me olvido nunca, íbamos en el Falcon de Sarmiento de Hersilia los cuatro jugadores y “Pancho” Soria, seis metíamos en el Falcon ese. Ibamos viajando y vos tenías que mirar la zona en Suardi (está hablando del año ’82) y Daniel dice “yo también quiero ser una vez el número 1”. Entonces le digo a Luis Mario “dejalos que ellos sean el 1”. El 2 jugaba en Sportivo de Suardi y el 1 iba a jugar a Juventud de Morteros. Ellos siguieron viaje a Morteros y nosotros quedamos ahí. Ganamos los dos partidos de la zona, medio rápido lo ganamos a los dos partidos, cuando aparecimos allá en Morteros estaban sentados los dos. Daniel (Mendizábal) con el compañero sentado en la baranda. Le digo a Luis Mario “compañero nos quemaron el 1”. Al llegar le preguntamos “y, ¿qué pasó?”. “Ganamos nosotros” me respondieron. Ah, le digo, pero más rápido que nosotros. No se presentó la contra me respondieron. Claro, pensaban que el 1 éramos nosotros…
La segunda parte la narra Cristian Zapata.
“A Luis Mario fue muy importante haberlo conocido – comienza contando – primero de todo porque cuando jugué con Alberto Silva me contaba las anécdotas con él, los campeonatos que habían ganado. Entonces cuando voy allá tuve la oportunidad de conocerlo cuando jugaba en Palmeiras. Idolo total porque hubo una serie de años, cuando jugaba con Clair, André, Idelmar… cuando jugaba en Rio Grande Do Sul antes de ir a San Pablo, era un bochador espectacular. Cuando yo lo conocí al poco tiempo se implementó el juego de la rafa volo y el bochazo como le pasó a él, como me pasó a mí, se cayó un poco; aunque de todas maneras siguió su línea. Y después por sus ocupaciones, como no podía entrenar mucho, como que fue dejando las bochas. Y porque se perdió la esencia que era el bochazo, lo que mejor hacía”.
Con Cristian, en la vuelta al país hace una década.
-¿Pudiste llegar a ver parte de su momento en Brasil?
-Sí, vi grandes partidos, grandes actuaciones. Dos o tres años seguidos. Pero como todos dicen acá era el bochador espectacular, pero allá se hizo más profesional y eso es lo que ayuda mucho. Hoy en día a mí me sigue ayudando. Todavía a pesar de no entrenar mucho sigo batallando. Porque allá en Brasil nosotros entrenábamos de las 8 de la mañana a las 11 y de las 4 de la tarde a las 8 de la noche.
-Para jugar el fin de semana.
-Para jugar un partido el sábado. Las condiciones estaban todas. Pero después como te digo, se implementó raffa volo donde ya se dejó de tirar…Incluso el campeonato que vinimos acá a Ceres (en 2007, con la casaca de Corinthians) nosotros no jugábamos este juego, pero Mario me dice “vamos a verlo a Roque, me invitó al campeonato”. Y vinimos los dos solitos de allá y la verdad que nos fue muy bien. Y a pesar de que no jugábamos este juego, tampoco lo habíamos olvidado. Fue un renacer, encontrar toda la gente. Fue muy lindo.
-Y para vos acompañarlo en su vuelta a jugar aquí…
-Fue una experiencia muy linda. Me fui allá y jugaba con Beto. Y volví acá para jugar con él. Aparte el cariño de la gente con estos dos grandes que dio esta zona.
“Verlo a Mario con ese estilo tan particular, los brasileros quedaban con los ojos abiertos”. Así concluyó su mirada Cristian. Mirada que posamos sobre un talentoso que la rompió en Argentina y Brasil.
Luis Mario Vanetti. Un crack en dos idiomas.
Mundial 1992. Primera copa del mundo de clubes. En el centro de la escena. Una experiencia inolvidable.