No necesita presentación. Desde hace un largo tiempo a esta parte es uno de los jugadores que ha consolidado un juego regular, pudiéndose desempeñar en cualquier puesto. Es dúctil, combina experiencia con juventud y pasa por uno de los mejores de su carrera. Es Pablo Apez. Con el charlamos.
- El padre de un amigo decía que el jugador alcanza la madurez entre los 30 y 40 años… (la frase pertenece al “Yara” Santos, hombre de Río Colorado y padre de Néstor, bochófilo marplatense).
- Lo que me estás diciendo vos a mí… yo tuve un compañero mucho tiempo atrás, bah no mucho, hará tres años atrás y siempre me decía “vos Pablo tenés hasta los 35 años y de ahí en más quizás empiecen las limitaciones en tu cuerpo pero la experiencia que vos vas a sumar te va a poder facilitar más las cosas, jugando un partido vas a solucionar más las cosas que antes de los 35”, eso me decía.
- Estás justo en esa edad, ¿notás que estás en el momento ese de madurez?
- Me parece que uno siempre tiene cosas para aprender. Yo veo a los mejores, que todos sabemos quienes son y un poquito de cada uno voy rescatando cosas y veo, y ahí me comparo yo cuando tengo que tomar alguna decisión jugando; y veo que sí, que realmente estoy en una edad justa.
- Tiene que ver con un ciclo de la vida también, uno es joven pero si lo hablamos específicamente de bochas ya tenés muchos años encima. ¿Cómo fue el cambio, la evolución de tu juego si miramos para atrás?
- Me parece que a veces cuando tengo que tomar una decisión lo pienso dos veces. Trato de no dar ventajas a nadie ni subestimar a nadie porque en este rectángulo viste que hay jugadores que juegan bien y dicho en criollo “no le podés dejar la rienda suelta a nadie” (sonríe).
- Desde Guayaquil a esta parte es lo que más conocemos todos, al menos yo, y has jugado en un nivel medio alto. Después de ahí encontrarte en este tramo de la vida con Nico Pretto es un momento importante, ¿no?
- Me ayudó mucho Nico a madurar porque es como que me tuve que poner yo la camiseta de …
- Sos el más grande de edad, el más experimentado, entonces…
- Con él no es difícil jugar. Es un chico muy dócil que también día a día va madurando y sus condiciones son extraordinarias y cada día vos te das cuenta que quiere más y más. Y se pone todas las metas que haya por delante porque quiere ser el mejor.
- Meana, Apez y Arzuaga, de memoria salía aquel equipo de Guayaquil. Muchos torneos juntos en tiempos donde no es tan fácil mantener un equipo. Y han ganado muchos títulos. ¿Cómo era jugar en ese equipo, ser el medio, un puesto muy complejo de por si?
- Al último se había hecho fácil porque la verdad que Meana al lado de Arzuaga aprendió mucho, que no sólo era pegar una chanta sino que el puntero cuando te abre una cancha, dijera un viejito amigo que siempre me acompañaba, a los otros se les hace todo más fácil. Sin dudas que con dos jugadores como ellos a uno se le hacen las cosas más fáciles. Y después la confianza que había en el grupo, la amistad hacía la fuerza realmente. A veces nos tocaba jugar mal a uno, a otro y los otros estaban siempre para apoyarlo, para que no se hiciera problema cuando salían las cosas mal.
Los colores de Guayaquil donde coronó un ciclo exitoso. Aquí arrimando, con su clásica pose, en Ceres 2012.
- Esos, el de Guayaquil y este son los momentos que más conocemos de vos.
- Me parece a mí que en lo personal hoy es como que pude explotar yo. Siento que soy yo, no es que no me dejaban serlo sino que estando a la par de un maestro como era Arzuaga es como que yo delegaba todo. Ahora no, siento que yo puedo ser yo.
- Como en cualquier otro deporte. El jugador que es menos experimentado al principio cuando se renueva un plantel pasa a ser el referente. A vos te pasa algo parecido. Te saco de aquí y te pongo una camiseta celeste y blanca, una ilusión, un sueño…
- Y…(piensa) ese fue mi sueño desde muy chiquito. Me acuerdo que por allá, como en el año ’98, me hacen una nota en mi pueblo, en una revista, y me preguntan que anhelos tenía. Y yo siempre dije, poder jugar para la selección argentina. Poder jugar un mundial para mi sería lo máximo y yo siempre dije que me motivaría más para seguir haciendo lo que hago.
- ¿El zerbín te gusta?
- Sí, me gusta mucho. Lo jugué, lo practiqué y practico aparte porque nosotros ahí en Sacanta tenemos canchas, tenemos bochas y pasar un rato con Nico en una cancha de zerbín es algo espectacular. Porque lo que él hace con esa bocha … no se lo he visto hacer a nadie. Una cosa es ver, practicar con él y otra cosa es que te cuenten lo que él hace con esa bocha….
- ¿Cómo entrenas?
- Estoy tratando de levantarme tempranito, seis y media de la mañana, entonces voy un rato al gimnasio hasta las ocho y cuarto más o menos. Después a la tarde voy siempre a tirar unas bochitas. Cuando no puedo viajar a Sacanta hago eso si no voy y practico con Nico ahí en Sacanta. La verdad que cada práctica que hacemos la tomamos muy en serio y competimos sanamente.
- Marcelo (papá de Pretto) y Carlos Pisani me decían charlando acá en Zárate (la nota se hizo en el parque del Club Nautico Arsenal) que son a cara de perro…de alto vuelo…
- Sí, la verdad que hay mucha gente que cuando nosotros agarramos el bolsito y salimos para la cancha ya nos siguen, se sientan ahí. Y es como te cuentan, es a cara de perro, no hay amistad en esa práctica…Después cuando termina el partido vienen las cargadas y nos reímos sanamente.
En un buen momento, transitando los caminos de las bochas con un nombre ya ganado. Hoy conocimos un poco más a este cordobés de Luque, hoy jugador de Unión Bochas de Sacanta.