Estériles.

Por Daniel Fernando Paulon

Así las considero yo. Que soy dueño de una verdad: mi verdad. Y hablo de las discusiones – eternas en muchas casos – cibernéticas, esas que desbancaron a las charlas del bar o de la baranda. Y más en estos tiempos de Aislamiento Social Obligatorio. «Que fulano es mejor que …», «Que ese no podía jugar antes con los monstruos que había» y podría seguir citando cientos de ejemplos. Siempre sostuve que las épocas son incomparables y también siempre tuve la certeza de que ganar fue siempre difícil en todas las épocas.

¿O ustedes piensan que las figuras de la actualidad no se habrían codeado con los «manijas» – término usado años atrás – y viceversa, los crack de los ’70, ’80, ’90, ‘2000… no brillarían hoy con las «máquinas»? Por qué sostengo esto, porque el que tiene talento juega bien indiscutiblemente del reglamento, del piso o de la contra. Sí es cierto y debo reconocer que hubo algunos pocos casos donde por ejemplo el achique de la bocha no los favoreció y «desaparecieron» del mapa.

También sostengo que la línea histórica bochófila está marcada por 4 número uno, los que brillaron por sobre el resto: Molayoli, Colantonio, Basualdo y actualmente vivimos en la era Pretto, compartiendo reinado el cordobés de Sacanta con el santafesino de La Rubia. Para ello, nos valemos de una rama que se llama estadística y por algo los citados son los más ganadores de todos los tiempos y han permanecido, en lo más alto, más de dos décadas (Nicolás está transitando ese camino). E hilvano – siempre en mi verdad, obviamente – con una idea que también tengo desde siempre: hubo jugadores que tuvieron un par de años buenos, otros llegaron al lustro – periodo de tiempo de 5 años – o década destacándose, pero muy pocos perduraron tanto tiempo. Y menos siendo los reyes del momento.

Y por último, dentro de mis verdades – esta refrendada por la estadística también- sostengo que el nivel de juego baja en las finales. Pero esto sucede en todos los deportes. Quizás la presión, la tensión y todo lo que está en juego hace que los nervios se adueñen de la situación en detrimento del juego. Aunque como toda «regla», también hay excepciones.

Y cierro sugiriéndoles un ejercicio. Cuando vayan a algún pueblo o localidad pregunten. Siempre les van a nombrar a alguna figura local que uno desconoce. Y además, siempre le contarán que ellos le ganaron  alguna vez a los grandes…