Por Domingo “Chacho” Dato.
En los setenta, nuestra empresa hacía obras de agua potable a distintas localidades de Entre Ríos y Santa Fé. En esa oportunidad estábamos haciendo Caseros, Herrera, Pronunciamiento y Primero de Mayo.
Acostumbrábamos después de trabajar, buscar un club o un bar con cancha de bochas y allí nos agarrábamos.
Nos ha pasado, como el caso de Piedras Blancas, que no tenía energía eléctrica por la noche y eran tantas las ganas de jugar, que, al campo, poníamos las camionetas alrededor, con la luces bajas, para no encandilar.
Claro, es posiblemente el más viejo de los deportes. Ya hace 7000 años lo jugaban los egipcios. De allí lo tomaron los griegos (hasta dicen que Hipócrates lo recomendaba como muy saludable).
Por supuesto que, a partir del descubrimiento de nuestro continente, llegaron a estas tierras.
Más hacia acá, nos encontramos con que Rosas no las permitía porque eran “motivo de holgazanería” entre los gauchos.
Por lo que contaba al principio, nos hicimos amigos de un gran tipo en Caseros: El Tilo Gradizuela. Todo un personaje. Era una institución en sí mismo.
Se integró a la patota nuestra y era cosa de asados, vino, bochas, truco y lo que venga….. Le hacíamos a todo.
Empezó a contarnos que era amigo del encargado del Palacio San José (a 5 kilómetros) y que iba a organizar un buen asado allí para que conociéramos la cancha de bochas al lado del lago artificial que había hecho construir Urquiza.
Nos fuimos una mañana, aprovechando que no era día de visitas. Ver el Palacio y recorrerlo es increíble. Todos deberíamos palpar lo que se pudo hacer en esa época, en el medio del monte.
Pensar que trajo todo de Europa. Hasta agua corriente por tuberías (en esa época). Todos los cielorrasos eran diferentes.
Cuando lo fue a visitar Sarmiento, le hizo una escolta con un soldado a cada lado del camino, cada 100 metros, desde donde atracó el barco, hasta el palacio. Allí mataron a ese gran hombre, al que tanto le debe la patria.
Yendo a lo nuestro, nos fuimos derecho a la canchita. Increíble, no lo había visto nunca. Unos palos en las cabeceras y las barandas de alambre estirado. Si, de alambre. Las bochas eran de madera y tenían como13 cm de diámetro. Nos recontra aseguró que más allá del mantenimiento en el tiempo, allí estaba emplazada y se presentaba tal cual ese día. El general no sé si jugaba, pero pensaba distinto de don Juan Manuel. La tropa y la peonada no se podían privar de semejante cosa, como, aunque más no sea, arrimarse una bochita.
Nosotros, que tenemos la doble suerte de ser entrerrianos y argentinos, no podemos permitir que nuestro fantástico deporte, esté pasando por las vicisitudes actuales. Llámese crisis dirigencial, desidia, intereses ajenos, incapacidad o lo que sea. Algo tenemos que hacer. Es un S.O.S. más grande que una casa. S.O.S. son las iniciales, en inglés de: “salven nuestras almas”.
Entonces nosotros clamamos: S.O.S. “Salven nuestro deporte” (alma y deporte en inglés empiezan con S ).