¿Por donde empezar? Arranco transmitiendo sensaciones. Termino de ojear, leer, releer en partes “Relatos de Lisas y Rayas”, la autobiografía de Oscar Alonso Camusso. Me invade la emoción de ver plasmado en palabras y frases toda una vida detrás de una pasión lisa y rayada. Crack de los ’60, ’70 y ’80; nativo de Mar Chiquita pero rafaelino de toda la vida; Camusso desarrolló su carrera en la llamada “bocha grande” o “libre” vistiendo los colores de Boca, Peñarol y la Asociación Regional Rafaelina de Bochas entre 1967 y 1990, año en que abandonó la práctica activa de las bochas.
Oscar nació en el ’48, por lo que anda rondando los 70. Tuvo la deferencia de enviarme un ejemplar y si bien en mi Ceres natal siempre se hablaba de un bochador que las destrozaba, ahondé en su trayectoria sumergiéndome página a página, palabra a palabra, letra a letra. Aquí un compendio, para conocer al bochófilo y también a la persona.
Prólogo.
Lo escribió Edgardo Peretti, periodista y escritor rafaelino quien de movida cuenta su amor por las bochas a través de la herencia de su abuelo y su padre, como nos ha ocurrido a todos, o casi todos.
“…Queda claro que no heredé el mínimo talento para el juego, pero el paso de los años, la herencia y el ejercicio del periodismo me acercaron a una pasión en la que solo era espectador. Yo me hice hincha de Oscar Camusso.
La vida me permitiría compartir espacios de trabajo con el periodista más intuitivo que conocí: Omar Tosello. Este era seguidor de la campaña y compañero de ruta de Oscar, él fue quien lo bautizó “El Campeón”. Un día, Omar partió y me dejó una lágrima y una amistad.
Y ese paso por el mundo de las bochas, Oscar Camusso las contó un día y las puso todas juntas en estas páginas; momentos de todo tipo y tenor que se juntan en un refugio de nostalgias y se exponen al juicio del lector de una manera especialmente detallada y ordenada. Curioso caso el de Camusso; nacido en la raíz de la calle y de su sapiencia, fruto de un hogar humilde de laburantes, caminó mucho hacia adelante y considero, sin temor a equivocarme, que fue mucho más allá que lo que sus triunfos deportivos marcan.
Las bochas, el deporte que mejor refleja momentos sociales atraviesa una crisis que puede resultar terminal, y OC es uno de los últimos referentes de una historia de oro de esta ciudad; lujosa en valores, numerosa en protagonistas e interminable en su difusión, que merece ser leída.
Como decíamos, el deporte blanco se hunde en su propio laberinto de asociaciones dispersas, reglamentos breves y distancias humanas amplias; como tantas otras cosas, sólo le queda la mención de sus logros para entrar de una manera ordenada en la historia de las comunidades.
Agradezco profundamente al autor permitirme prologar este lujoso documento que marca un hito en el relato urbano, una señal de tiempo que fue brillante, de presente atormentado y de un futuro incierto. Acá están los que hicieron la fama, todos o casi todos; muchos han partido y el mundo quizás los ignore, pero me quedo transportado a mi niñez, cuando la bocha amiga levantaba a la adversaria y se quedaba quietita, mansa, durmiendo el descanso de la labor cumplida. Al instante, el aplauso que bañaba todo, sin bandera, los pasos del bochador sobre el polvo rojo y el punto ganado. Viene “El bochófilo”, viene Oscar, “El campeón” a contar sus andanzas, de blanco y alpargatas”.
En su club, en los ’80.
Brillando en el campo, donde se inició.
“En la localidad de Inriville (Córdoba) – cuenta en parte del libro – , a partir del año 83 aproximadamente; se desarrollaba a entender de muchos el más grande torneo al campo libre, no solamente por la cantidad de jugadores sino por la calidad de los mismos de todo el país. Nombres como “Galgo” Vecchio (número 1 en ese momento), los hermanos Tabasso, Isabettini, Sandoval, Lavini, el “Pibe” Riba, “Transito” Suarez, “Patilla” Theiler, “Bayoca” Enria, Amaya, Luque, Vietto, y tantos otros participaban del mismo. Se disputaba el individual el día sábado y el domingo de parejas, mientras que el día viernes anterior se desarrollaban disputas y desafíos de alto nivel, donde más de un millar de personas se acercaban al espectáculo ofrecido. La primera vez que participe fue en el año 85, perdiendo la semifinal en el individual y la final en parejas teniendo como compañero a mi amigo “Diablo” Demarchi; y en un dramático encuentro fuimos superados por 12 a 11 por aquel casi imbatible dúo de Vecchio y Pignataro de la localidad de Marcos Juárez; al año siguiente (86), y teniendo en cuenta las palabras de Luis con el Individual de Sportivo Norte, las mismas palabras me dijo Isidro “El Diablo”; así que aquel grafitti “Nunca dejes de soñar en llegar a las estrellas” se volvió a incorporar en mi espíritu, y obtuve la consagración junto a Isabetini (Villa María), con más de 120 participantes el individual de este famoso torneo realizado en el Club River Plate. Otra misión cumplida”.
Uno de los tantos logros.
“Hemos ganado el campeonato con un juego excepcional; pero el enorme partido fue el quinto (último del día domingo), 23 horas en el Club La Pampita, contra Barbaglia y Rey de Argentino San Carlos (un binomio de una intensidad y calidad de juego admirable) con un marcador de 15 a 14, un encuentro memorable por el despliegue de ambos lados (este sería otro de los encuentros donde tener una filmación fue la cuenta pendiente); marcador ultima mano 14 ellos, 13 nosotros, dos bochas en mi poder y el punto, ellos una, el “Zurdo” Rey sin otra alternativa trata de sacar el bochín fuera de cancha, impresionante “palo”, el bochín golpea fuertemente contra la cabecera, al volver roza una bocha y sigue su trayectoria – tener en cuenta que si pasaba mitad de la cancha se declara nula la mano – con “Pucho” mirábamos excitados en qué lugar terminaría su recorrido, haciéndolo centímetros antes del límite. Alivio, pasamos a la próxima ronda.
Para el sábado siguiente quedamos siete equipos para definir, ganamos los dos encuentros para llegar a la gran final, contra la notable y poderosa pareja de Argentino de San Carlos integrado por Triconi y Franzen; en la misma cancha que ellos habían jugado anteriormente, mientras que nosotros era el único, y además el definitorio.
Multitud de gente observando, tal es es así que esperamos una media hora para que en la cancha adyacente – donde se jugaba la gran final – se pudieran ubicar los espectadores; de todas formas mucha gente se quedó afuera ante tanta aglomeración. Un partido sin errores, Luis con un arrime sereno, preciso y seguro, imponiendo al rival a resolver jugadas complejas, y yo invicto en bochazos y arrime, no le dimos lugar a ningún tipo de reacción, en mis oídos aún perduran el “sonido del silencio” cuando tuve que definir con un bochazo al final de la cancha, y luego el ruido producido por las voces de alegría y el clima festivo, era el éxtasis».
De compañeros y su juego.
“Nobleza obliga, debo reconocer que he sido afortunado al haber tenido como compañeros a personas que han sido los verdaderos artífices de tantos logros – simplemente – por conocerlos en su accionar y ser los que más tiempo permanecimos unidos, trataré de dejar constancia sobre sus aptitudes: Luis “Pucho” Rovere, visión amplia del juego, observador de las cualidades o defectos del adversario, sagaz conocedor de los detalles de cualquier cancha a las que se adaptaba sin inconvenientes, y de un arrime preciso, prolijo y contundente; Juan “Juanina” Lazcano, el medio ideal, despliegue sin fisuras en el bochazo y arrime, desequilibrante y oportuno en jugadas definitorias; Isidro “Diablo” Demarchi (en campo), pragmático, vehemencia en el despliegue, audaz, motivador, y de una profunda convicción en sus acciones, cuando sus cualidades no eran las óptimas, las suplía con su personalidad avasallante; y como autodefinición personal, creo haber sido un jugador simple, practico y efectivo, sabiendo de deficiencias en arrime, desplegaba el juego en bases a bochazos; en conjunto teníamos el valor agregado de perseverancia y tenacidad en la búsqueda de logros”.
En un campeonato en Romang. La cancha abarrotada de gente.
Cifras y estadísticas.
“Nuevamente por tener algunos datos difusos, pero muchas imágenes nítidas de acontecimiento pasados, me remito a esa documentación que resguarda información fehaciente de la actividad ininterrumpida desde los 17 a 42 años (campo y cancha):* 238 primeros puestos entre cancha (campeonatos argentinos, interprovinciales, especiales, limitados, locales y categorías) y campo libre (estos con algunas finales divididas). * Haber realizado mi carrera casi exclusivamente en dos instituciones: Boca Juniors y Peñarol de Rafaela. * Deportista del mes en varias oportunidades y deportista del año (dentro de todas las disciplinas deportivas) en la ciudad de Rafaela. * Participación en más de 60 localidades diferentes del país, y 165 clubes de esas localidades. * Obtención de primeros puestos en todas las Asociaciones de la Confederación Argentina de Bochas con sede en Santa Fe, en donde he participado sin excepción – y en todos los clubes afiliados en la Asociación Rafaelina de Bochas y clubes libres. * Obtención en tres periodos diferentes, de cinco torneos consecutivos. * Logros de campeonatos con más de 60 personas diferentes.
Al no contar con información fidedigna a las matemáticas me remito; calculadora en mano, sumas, multiplicaciones, prorrateo para obtener algunos datos estadísticos complementarios, y con cierta verosimilitud he llegado a esta conclusión estimada: (donde agrego a los 25 años ininterrumpidos, aquellos de mi adolescencia y algunos luego de retirarme de la practica activa); participación en 1.180 torneos (540 oficiales en cancha); 23.800 partidos o encuentros disputados (incluye los propios de torneos, practicas o desafíos); 522.800 bochazos lanzados; 19.920 kilómetros recorridos; 34.600 horas de juego; estoy sorprendido..! vuelvo a revisar los números, consulto con amigos de toda la vida, para corroborar y tener una actitud equilibrada; y la conclusión final es la expuesta. En definitiva las estadísticas no sirven cuando se trata de la intensidad que debemos poner en todos nuestros actos; pero sin son útiles cuando es cuestión de enumerar los actos productivos en nuestra vida”.
La despedida en Peñarol.
“La despedida organizada por el Club Peñarol permanecerá incólume en mi corazón como el acto más elocuente que jamás hubiese podido soñar. Tengo presente que a inicios de la temporada del año 95 (a casi 5 años de inactividad en cancha) , jugadores, autoridades y sobre todo esos seguidores fanáticos de la V azulada, encabezados por Juan Carlos “Chila” Clementz, “Pucho”, Stuky, “Patulo” Barrios, “Minino” Gilli, Elvio Gaggiano – entre otros – trataban de convencerme con argumentos válidos de volver al “ruedo”, y que hacían reflexionar la honra de mi esencia; pero la decisión estaba tomada: la ropa blanca que fue símbolo de logros deportivos y de afectos, definitivamente quedaría en el cofre de la evocación; entonces fijaron una fecha para la muestra de cariño y reconocimiento.
Fue un miércoles 24 de mayo de 1995, víspera de una fiesta patria, a la cual presuntamente unas 80 personas – las más íntimas- nos reuniríamos con ese fin. Al arribar al lugar del hecho (Salón Santa Rosa de Lima), me llamo la atención de un salón de enormes dimensiones para un agasajo para pocas personas. En definitiva: llegamos a las 21,30 horas junto a mi señora e hijos, ingresamos al salón con luz tenue – de pronto se encienden las luces – fuimos recibidos por una multitud (más de 500 personas), de pronto todos de pie – emocionado y sin entender nada – alguien filmando, la música de “Jachi“, y a coro todos entonaban la marcha del Campeón, letra de mi entrañable amigo Omar Tosello (que oficiaba además de conductor), y textualmente decía:
Campeón…!Campeón…! fuiste el más grande, fuiste el mejor
Esos domingos por la mañana, cuando salías a competir
Iba la gente entusiasmada para mirarte y aplaudir
Y fue en Rosario, o en Esperanza, en Rafaela o Santa Fe
Siempre lo mismo, siempre ganando junto a Rovere o Demalde
Tu Historia es grande, tú la escribiste, las bochas fueron tu pasión
Hoy te ofrecemos este homenaje, de lo brindamos de corazón.
Campeón…!Campeón…! Fuiste el más grande, fuiste el mejor
Donde jugaste ganaste amigos, y el respeto tú condición,
ya los domingos no son iguales, falta Camusso, falta el campeón.
A Rafaela le diste todo, poniendo el alma y el corazón,
El deporte te lo agradece, y te regala esta canción
Y si alguien quiere pintar tu historia, que no se olvide de lo mejor,
Azul y blanco son tus colores, los colores de PEÑAROL
Campeón…!Campeón…! fuiste el más grande fuiste el mejor!
El adiós.
Una frase que extraje del libro sentencia como siente Oscar la vida, las bochas, el día a día: “Con absoluta convicción simplemente diré que la tristeza no me invade porque ya finalizó todo, sino que vivo plenamente y con alegría de saber que sucedió todo”.
Se dice de él…
Por Daniel Santellán (Jugador y dirigente rafaelino)
Sinceramente fue el mejor bochador que he visto en los 45 años que veo este hermoso deporte de las bochas, aclaro tengo 56 años y desde los 11 años estoy atrapado y apasionado viendo y jugando a las bochas.
A mi humilde forma de ver es una verdadera lástima que no haya podido ser apreciado por mayor cantidad de gente amante de este deporte, ya sea por la época (sin mucha difusión ni medios como hay ahora) o por estar atrapado en un sistema reducido (bocha grande o libre) que no le permitía trascender más que en su zona de juego.
Personalmente aun como un adolescente no veía la hora que llegara el día domingo para ir a verlo jugar, observar su bochazo tan hermoso como preciso, como sucedían triunfos tras triunfos. Nunca me voy a olvidar, mas grande aun con un grupo de amigos y simpatizantes nos trasladamos a Santa Fe a ver la definición del gran torneo realizado por el club Unión (tenia las canchas de bochas debajo de una tribuna del estadio de fútbol) denominado BOCHIN DE ORO ya que el premio al ganador del torneo era precisamente un bochín de oro, a estadio repleto como no podía ser de otra manera lo gano el CAMPEON Camusso con Pucho Rovere su eterno compañero, hermosa premiación y nada de andar repartiendo el premio como ahora (esto fuera un tema aparte para otro momento), se jugaban las finales como corresponde a ganar o perder pero en serio.
Nunca tan bien puesto un apodo como este CAMPEON así se lo conocía en esos tiempos y aún perdura en la actualidad.
Muchos comentarios despertaba sus espectaculares actuaciones, de las buenas y de las otras, de lo bueno y de lo que yo pensaba y pienso ya lo dije, pero me quiero detener en algunos comentarios como aquellos que decían que jugaba con bochas huecas por eso no rebotaban y quedaban muchas chantas cerca del pozo o en el mismo lugar, cosa que nunca se comprobó ni podría ser cierto ya que me imagino que se romperían, pegaba muchas chantas por la precisión que tenía. Otros decían que hacia 4 pasos (se permitían 3 y fracción, no había línea limite) cosa que tampoco nunca se comprobó, en fin detractores del mejor siempre hubo, hay y habrá en todos los deporte.
Y ya como para resumir y finalizar este relato, luego de jugar tantos torneos y por ende muchísimos partidos mejoro su juego de arrime (lo que le permitió ganar algunos torneos individuales) ya que al principio no era tan efectivo arrimando, pero como Bochador EL MEJOR. Por lo menos esa es mi opinión.
El libro.
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El porque del título.
No pude ver jugar a Camusso. Como digo al inicio de la nota, siempre oí hablar de él. Por eso es como una leyenda. Pero además de serlo, fue real y palpable; un jugador estupendo. Y supo contar su pasión, esa que le nació de chico.
Oscar tiene una pluma admirable. Me permito compartir – y espero que no lo tome a mal – algo que me dejó en un mail: «Una reflexión: cuando éramos niños todo parecía inmenso y lejos, en la adolescencia el tiempo pasa algo mas rápido, en la adultez y con experiencia solo es largo llegar a la meta propuesta, y en esta – mi edad – te das cuenta que la vida productiva te paso por encima, pero siempre voy con la mirada hacia adelante, y tengo en cuenta estos conceptos: aprender, enseñar, vivir, disfrutar, ofrecer, cumplir, escuchar; si en definitiva cada dia es una nueva oportunidad».