En doce años de hacer MundoBochas, con cientos de viajes y coberturas encima, en la tardenoche del sábado viví uno de los momentos más difíciles. Estaban 12 iguales en cuartos Zapata y Apez, en un partido chivo por lo que se venía jugando y por la alternancia en el resultado. Tanto de Cristian y dos bochas cada uno. Yo estaba pasando mitad de cancha. Va el Pablo a jugar la bocha y mira hacia donde tenía que encarar la monta. Justo daba donde yo estaba ubicado mirando el juego con unos amigos ceresinos. Recordé que no tenía foto del nativo de Luque y en esa posición me quedaba de pechito… Enfoqué, moví el zoom y cuando veo que va a arrimar mira para el sector donde estaba y hace señas que la luz roja de la cámara le molestaba. Deja la bocha. Se viene a “mirar” el juego y al pasar le digo: “Disculpa Pablo…”. “Está bien Daniel” me dice. Pero debía jugarla. ¿Y si lo había desconcentrado? ¿Y si no la ponía a la bocha? Muchas dudas, mucha posible culpa en este escriba/fotógrafo. Por suerte la jugó como los dioses y quitó el tanto. Respiré aliviado y aprendí que la cámara larga ese destello –similar a un láser – cuando buscar el objetivo a fotografiar. Luego, café de por medio, charlamos de lo que hoy es una anécdota. Pero en el momento, fue un calorón…