Tarjeta amarilla…

… a los que inundan los clubes de malhumor y críticas.

… a los que son cero autocríticos y siempre pierden por la bocha que jugó el compañero. Pareciera que ellos nunca se equivocan.

… a los que por hacer algo en una institución se sienten con derecho a erigirse como amos y señores.

… a los que hablan, hablan y hablan pero que nunca aportan nada.

… a los que de envidian buscan comparaciones imposibles de llevar a cabo en la práctica.

… a los que no reconocen que ganar, siempre es, fue y será difícil. Ayer, hoy y siempre.

… a los que buscan en los factores externos la base de sus yerros. Que se movió una mosca, que la cancha justo tenía una basurita, que se patinaba al salir.

… a los sabios de la baranda, como los llama el “Pato” Visani de Bahía. Los que siempre tienen la jugada justa para hacer. Esos que de labia, la saben lunga…

… a los que en algún momento les cerraron las puertas a los niños. Hubo un par de generaciones de deportistas que se perdieron por el egoísmo de los mayores. Hoy por suerte eso ya no existe.

… a los que por pagar una ínfima cuota social pretenden que el club, un poco más, mantenga a toda su familia…

Y no fue roja directa porque confiamos que los humanos, en algún momento, podemos reconocer nuestros errores y transformarlos en conductas positivas para todos. Por eso decimos, como hacen algunos árbitros, “siga, siga…”.