Mariano vive en una pequeña localidad de una provincia cuyana. Le apasionan las bochas como a todos los jugadores federados, a los que siguen el mundo bochófilo y a los que como en mi caso, plasmamos esa pasión uniéndola con la profesión.
No lo conozco personalmente como a tantos otros con los que compartimos el mismo sentimiento. No somos nativos digitales por lo que tuvimos que aggiornanos a estos tiempos. Y también aprovechar los avances digitales para comunicarnos.
Vamos construyendo una amistad vía WhatsApp. Me cuenta de su realidad, de lo que le cuesta abrir el club, mantenerlo, entusiasmar a la gente. Es la parte del pulmón, como le debe pasar a tantos otros que leen este artículo.
Y también la otra parte, la que lo ilusiona; que es viajar a los grandes centros bochófilos a ver a los cracks de hoy. La distancia le juega en contra, como a tantos otros. Pero la ilusión es grande. Y hago un paréntesis tirándole una idea a los que organizan los «especiales». Deberían y podrían pensar en los espectadores, no limitarse a la zona geográfica de influencia; los 80, 100 kilómetros alrededor que traza un arco imaginario del club anfitrión. Una idea sería que publiquen nombres de hoteles, albergues. Algo simple, pero que al que viaja de más lejos lo ayudaría a poder armar las valijas e ir a ver a las figuras de las bochas. Y la otra, pienso en voz alta, es tener un programa de horarios más o menos bien definido. Por ejemplo, si jugás con 16 jugadores y zonas de 4; saber que a las 14, 16 y 18 horas habrá partidos. Y al otro día, a las 9 y 11 horas los cruces para que queden los semifinalistas. Y por la tarde del domingo, jugar semis a las 14 y final a las 16. Más o menos, algo tentativo. Los que organizan saben más que yo. Pero la idea, insisto, es que el que viaje vaya con un cronograma lo más cercano a la realidad. Y también a la gente de la zona le vendría bien.
Por último, y cerrando la columna recuerdo que Mariano me contó que admira a Camusso, le causa placer leerlo. A mi también. Ahí coincidimos. Y en la pasión también. Como todos ustedes, aunque a veces tengamos distintas realidades.