Se cierra un nuevo mundial juvenil, Argentina volvió con tres medallas en las valijas de 8 disciplinas en las que compitió. Además de lo hecho en la previa en Mónaco. Además de la monumental actuación de los Sub 18 Farías y Capdevilla (¡tienen 16 años recién!) pegando 50 palos en el Tiro Rápido en Duplas. Además de sumar lo de Hecker en el Progresivo, cayendo ante la potencia Francia. Sintetizando, los dirigidos por Gáspari se metieron entre los 8 mejores del mundo en ¡7 de las 8 competencias! Notable. Para aplaudir de este a oeste y de norte a sur.
Pero vamos al origen. La génesis de todo esto. Siempre se dice que en el deporte tienen que funcionar las 3 patas: deportistas, técnicos y dirigentes.
Las escuelas de bochas, esas que se propagan en la geografía argentina, son el punto de partida. Los encuentros regionales, provinciales y nacionales son el lugar donde confluyen el esfuerzo y las ganas de profes y padres.
Gáspari, como cara visible del área técnica, ha hecho desde una década atrás un trabajo federalizado, productivo y consciente. Hoy cualquier chico puede soñar, si sus condiciones y su conducta se lo permiten, en jugar con la celeste y blanca. Porque en eso también se ha hecho hincapié. Primero deportistas en el sentido amplio de la palabra, luego jugadores. Y el grupo va por encima de todo. Eso es innegociable.
Y por último, a los que se le pega por todo como en un punching ball imaginario. Desde Limardo para abajo. Siempre desde la comodidad de la silla en la que uno se sienta es más fácil hacer todo y todos tenemos la receta justa. Esa dirigencia que se rompe los nudillos golpeando puertas para seguir con este único objetivo: asegurar el futuro de las bochas.
Hoy, las bochas amigos, tienen presente. Y futuro también. Enhorabuena.