«Yo empecé a jugar en el año ’70», así empieza la charla telefónica con MundoBochas «Rudy» D’Alessandro. Y sigue su historia, de como se ligó con las bochas. «Me llevaron a jugar a un baldío, empezamos a jugar y decidimos fundar el club. Y había unos olivos en el fondo, pegados a la cancha. En esa época en La Rioja tenía muchas fincas, por eso se llama Olivos Bochin Club. Nos reunímos, hicimos el acta de fundación y me nombraron primer presidente. Y fui presidente por 24 períodos más nada más (sonríe)».
«Mi hermano me llevó» responde al ser consultado sobre antecedentes bochófilos en la familia. «Rudy» venía de practicar otros deportes, como el fútbol, y recaló en las bochas. «Me llevó contra mi voluntad, yo le decía que ‘voy a ir a jugar a las bochas, si yo soy del fútbol'» comenta. «Y ahí vino el entusiasmo, la verdad que es un juego que prende, la gente mucho no conoce» sentencia. La charla sigue sobre lo difícil que es en las ciudades grandes acercar gente a las bochas ante tanta oferta de disciplinas. «Yo pregono lo mismo – comenta – una de mis preocupaciones actuales es la falta de juventud en nuestro deporte, sobre todo hay más jóvenes en las provincias chicas que en las grandes ciudades. Para mi es fundamental las escuelitas de bochas. Yo hice dos veces escuelas de bochas y ahora estoy pensando en abrir otra».
Sobre el puesto en la cancha nos decía que «yo jugaba cuando era joven, ya pasé los 80 ahora, jugaba al medio. Pero se dio que el club quedó sin bochador en los años ’80 y no tuve más remedio que bochar. Y gané dos selectivos y fui a dos argentinos como bochador, pero no era mi especialidad, yo era medio y ahora cuando juego, por mi edad y mi rodilla, arrimo».
La charla derivó sobre la forma de matizar la actividad profesional con los viajes y las bochas. «Mi socio era presidente de un club de básquet, así que nos teníamos problemas en colaborar, él con un club y yo con el otro. Tres o cuatro días por semana practicaba en el club, después se salía, acá hay dos clubes en La Rioja, Los Pumas y Olivos, y Olivos es partícipe obligado en los torneos de todo el norte. El Olivos va o va a todos lados, Tucumán, Salta, Jujuy, Catamarca, Mendoza, San Juan y también a Córdoba».
Y los viajes, los kilómetros recorridos, son el tema que se hilvana, «nosotros decíamos sobre como la gente hacía tanto kilómetros para por ejemplo ver una carrera de caballos, y que va a decir la gente de nosotros que hacemos 500 y 500 kilómetros para jugar un partido o dos partidos a veces. Pero no es jugar un partido, es las amistades, los reencuentros…la gente de afuera no lo entiende. Sólo nosotros entendemos esto… donde más lejos llegamos fue a Jujuy, 1100 kilómetros, perdimos la final».
Sobre los equipos que integró, el ingeniero recuerda el que formaron con Jonhy Prior, el joven fallecido unos años atrás. Y se emociona D’Alessandro, al recordarlo, «yo lo traje acá. Con él y Carlos Arrieta hicimos muy buenas campañas. Ganamos el torneo de Angaco (fue en 2017), en San Juan». Y habla de los hermanos Arrieta, «son los puntales de nuestro club». Y recuerda también la escuadra que en los ’90 formó con Luis Piturro y Fabián Genre, «un trío muy recordado» comenta.
Arrieta, D’Allesandro y Prior. Olivos y uno de sus equipos más poderosos.
No le gusta la ropa de color, y lo manifiesta. «Las palomitas blancas en las mañanas era un clásico, me preocupa que el deporte blanco, que ha sido un símbolo. Y ahora permitir que se ponga ropa de cualquier color. A veces me deprimo ver como se visten. Me gustaría que se vuelva a la ropa blanca, me gusta lo tradicional, como era antes. Está bien lo de las camisetas, por las publicidades. Pero el pantalón blanco ha sido el símbolo distintivo nuestro».
– ¿Se pudo adaptar a los cambios de reglamentos, pero más que a nada a los cambios de tamaño?
– No, no me ha costado.
– Porque a muchos jugadores les ha pasado, es más, algunos dejaron porque les costó, no les agarraron la mano.
– El gran Pepicelli, por ejemplo. Nunca volvió a ser el de antes.
Tiene 83, sigue yendo al club casi todos los días, ya sea a Olivos o a Los Pumas. Va a jugar, a mirar o a respirar bochas, porque las bochas son parte de su vida. Y él es parte de la historia de las bochas. El ingeniero de la La Rioja, el ingeniero de las bochas, es «Rudy» D’Alessandro.