Por Juan Carlos Licari.
Una fecha para las bochas bellvillenses, comparable con el 24 y el 31 de diciembre, es decir imposible de olvidar, el 9, 10, 11 y 12 de julio de 1953, José Donato Ghío se consagraba como el primer campeón argentino individual.
Fue un acontecimiento de brillantes proyecciones, cumplidas en el Club Junín de la citada Ciudad, inicio y base de grandes galardones, piedra fundacional para uno de los mejores exponentes de las bochas argentinas de todos los tiempos.
Cuando el tablero marcaba aquel 18 a 10 final, los puños se apretaron, los abrazos fueron intensos y las lágrimas y las sonrisas eran cómplices en la lejana Junín, mientras en Bell Ville la propaladora local anunciaba la proeza y el comienzo de la fiesta grande por toda la geografía bellvillense.
Todos comenzamos a vislumbrar, que a partir de esa fecha comenzaba una historia brillante, de allí que el recibimiento trasladado a una bulliciosa caravana al día siguiente, saludando con sus pañuelos, vítores y frenéticos aplausos, transformaron aquel recibimiento en una auténtica carroza de alegría, que lentamente llegaba a su River Plate bellvillense.
Así, el «maestro», un apasionado y obsesionado por excelencia de las bochas, daba inicio a un camino de tres décadas, plagado de títulos de toda envergadura, mundial, nacionales, provinciales, asociativos, ganador en el juego y en la vida, un embajador por excelencia para el orgullo de las lisas y rayadas y su Bell Ville.