Pasaron pocos días, horas de la consagración en Wroclaw, Polonia; en los Juegos Mundiales 2017. Creo que todavía todos los actores del mundo bochófilo no hemos caído en la dimensión que estas dos preseas de oro tienen. Con los hacedores del logro ya en suelo argentino y en sus lugares de origen, ya que en la mañana del miércoles arribaron María Maíz, Romina Bolatti, Nicolás Pretto y el técnico José Gáspari; lo empezamos a hacer. Y esto continuará con el correr de los días.
Porque hay algo grato que nos viene sucediendo desde siempre y con más asiduidad desde que aquel 4 de octubre de 2009 cuando Basualdo subió a lo más alto del podio en Macon. Nos empezamos a acostumbrar a las medallas. Las de oro, las de plata, las de bronce. Y siempre, desde este lugar, valoramos el ir a los mundiales. En el esfuerzo que significa para la dirigencia poder despedir a una delegación, como cada vez declara Alberto Limardo; que es misión cumplida cuando les dice adiós en el aeropuerto.
Las bochas estuvieron en los Juegos Mundiales, la antesala de los Olímpicos. Esta competencia que nuclea a las disciplinas reconocidas por el Comité Olímpico Internacional que esperan por estar en los Juegos Olímpicos. Y de la misma volvieron al país con dos medallas más que enriquecen el escudo de la C.A.B., que suman al deporte argentino y que harán que se conozca y reconozco aún más al nuestro. Y para sumar aún más, Pretto fue el abanderado de la delegación argentina en el acto inaugural…
Salud campeones, salud chicos de oro.