Por Jorge Abrate.
La semana pasada recibí una llamada desde Mendoza de Felipe Becher, que me comunicó sobre el fallecimiento de su hermano Rubén, a los 74 años.
Un personaje muy conocido de los años ‘70 y ‘80 en el ambiente de las bochas tanto en Córdoba como en todo el país.
El “Loco” como se lo llamaba, fue fundador de la empresa Transporte Becher Hnos.
En el año 1983 comencé como empleado de esa firma hasta el año 1988 en la ciudad de Córdoba. La consigna era no solo trabajar sino compartir equipo con él y Alfredo Balbo, para su club privado, el Expreso Boching Club, que había construído en Unquillo a la orilla del río.
El estadio llevaba el nombre de su padre Pedro Becher y contaba con dos hermosas canchas, un bar y todas las comodidades.
Ahora me quiero referir a Rubén como persona. Un tipo por demás bondadoso con los amigos (he visto pasar por su empresa a más de un bochófilo desocupado).
Su sueño era ser campeón Provincial, es por eso que refundó la Asociación Colón (Unquillo, la Calera, Río Ceballos, Villa Allende y Argüello), la cual la presidió por mucho tiempo.
Contrató de palabra a grandes jugadores: Alfredo Balbo, el “Pibe” Aguirre, el “Ratón Ramírez, el “Negro” Aparicio, Ricardo Siwisky y otros, que no pudimos hacer que ese sueño se haga realidad.
El “Loco” era un personaje que no podemos recordarlo que no sea con una sonrisa. Tiene tantas anécdotas que lo pintan como un “loco lindo”. Solamente voy a contar una.
Cuando con Alfredo Balbo decidimos participar en un torneo por parejas en Tiro Federal de Morteros, él también quiso sumarse pero no tenía compañero por lo que fue a hablarle al “Colorado” Villarreal, un puntero de primera línea de esa época. Ante las excusas que ponía el “Colo”, Rubén le dijo “vos jugás con Alfredo Balbo y yo con Jorge (Abrate)”. Ahí nomás el “Colo” le dijo que sí, ya que no podía perderse la oportunidad de compartir equipo con uno de los mejores jugadores del país. Pero al llegar a Morteros, después de haber recorrido 280 kilómetros, muy suelto de cuerpo le dijo: “’Colo’ hay un cambio de planes, vos jugás conmigo”. No quieran saber la cara de desilusión que puso este muchacho.
Desde aquí lo quiero recordar con esta pequeña crónica y decirle: “Donde quieras que estés…gracias Rubén”.